martes, 20 de mayo de 2008

No me convence y, por eso, no lo compro

Como ocurre cada día, la vida de un profesor tiene un doble planteamiento de cara a las lecciones que debe cubrir. Si la unidad diseñada para el contenido será válida y, de ser así, si aprenderán algo. A pesar de los cientos de manuales que existen, de las posibilidades que ofrece la Red y del propia material del docente, siempre todo depende de una serie de circunstancias que rodean a la lección. Esta mañana, sin ir más lejos, iba hacia una clase donde me esperaban chavales de unos 14 años de un programa internacional de enseñanza secundaria que se llama MYP. En el último momento, cuando el alumnado estaba tomando asiento, percibí que debía darle un vuelco a mi planificación. Pensé que debían diseñar un folleto turístico con contenido auténtico y que no fuera yo el que se lo diera servido. Después de una lluvia de ideas y de unos minutos de reflexión en equipo, sin perder el norte de los contenidos a cubrir, llegamos a una negociación con pautas homogeneizadas:
-Trabajaremos en parejas.
-Cubriremos estructuras que indiquen consejo, recomendación y sugerencia.
-El producto final será un folleto turístico con dobleces, hecha mediante cartulina.
-Se podrán incluir imágenes.
-En tres clases de 55 minutos habrá un resultado.
-El profesor hará que el personal no pierda los papeles.
Y ahora, a esperar los folletos turísticos, que el verano se echa encima y todavía no tengo claro dónde broncearme.

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El autor

El autor
en un parque de Estocolmo, Johanesplan.

Datos personales

Estocolmo-Vejer de la Frontera, España, Sweden
risueño, hiperactivo, filólogo (de Hispánicas), deportista cervecero, lector hasta de las etiquetas del champú en japonés, comunicador, viajero, responsable, avasallador y avasallado.